fosco proviene del latín “oscuro”. Refiere a la niebla, a las atmósferas oscuras y bosques enmarañados. Un territorio de madrugadas, en el cual las sensaciones se entremezclan sin certezas. Se trata de un cuerpo de fotografías analógicas de paisajes nebulosos, puestas en relación con capturas de pantalla de whatsapp en algunos casos escondidas entre la propia bruma, por medio de distintos procedimientos digitales, lumínicos y plásticos.
Es un modo de intentar asir algo entre mensajes a deshoras, silencios y apariciones repentinas. Fotografiar la bruma como el único registro de la presencia de un otro intermitente.
La puesta en escena pública de estos fragmentos de diálogos originarios en la intimidad de un vínculo, apunta a ficcionalizar y a la vez poner en valor elementos de la vida privada, para buscar la relectura y empatía en él a los espectadores, convertidos en cómplices.
La pregunta se vuelve sobre el propio acto fotográfico y su digitalización, sobre las ganancias y pérdidas de esa inmediatez etérea que avanza a gran velocidad.
fosco es una obra en torno al carácter etéreo de las relaciones amorosas contemporáneas, que toma como principal eje poético la bruma, mediante la cual busco darle un sentido a mi propia experiencia y a un nuevo modo de vincularse que atraviesa a mi generación.
El proyecto fue realizado con el apoyo de la Beca de Creación del Fondo Nacional de las Artes de la República Argentina.
Pensar en lo confuso es flotar en una densidad diferente. Las palabras atraviesan capas con la intención de aparecer pero hay un poder que las retiene, que no las deja llegar completas. Aparecen flacas, esqueléticas… un lenguaje fugado de su significado en una realidad difusa y ambigua.
Mensajes entre la neblina y dos personas que intentan. Una siempre espera. La espera de la respuesta las mantiene inmersas en una calma extraña. Las palabras aparecen, los mensajes las envuelven en abrazos vacíos.
En sus fotografías, la autora nos transfiere su experiencia; la neblina es una posibilidad, suave, nos distrae, porque mientras vemos la neblina no vemos el mensaje… hasta que si! Lo ves!… descubrís esas letras que forman palabras que son solo signos sin rumbo perdidos en la inmensidad del paisaje. De repente se pueden leer, pero como dice uno de los mensajes: -“no se si te entendí”. Imaginemos esta escena, que dura pocos segundos, infame y efímera: quiero tu respuesta; la espero; te leo:… pero no se … no se si te entiendo.
En fosco, el trabajo de Sol Kutner, la neblina es liviana y de una materialidad casi insignificante como dice Vian en su cuento “El amor es ciego”: – “en absoluto estorbaba la respiración…”. Este relato trata sobre un pueblo que se ve afectado por una neblina creciente y las consecuencias de vivir cotidianamente sin poder ver. Pero finalmente, la niebla se disipa, terminando así, un fantástico período de felicidad. Podríamos pensar que la claridad mejoraría la vida de estas personas pero Boris Vian define de modo irreversible la situación de aquel día: “…todos se habían arrancado los ojos”.
Bienvenidos! Pasen y vean la neblina!. En este escenario de signos livianos, dos personas tratan de vincularse sometiéndose inexorablemente al desencuentro que los lleva la anarquía de los mensajes inconclusos.